Talibanes Unios....

jueves, 30 de septiembre de 2010

SE LE ENREDO EL TROMPO, PRESIDENTE CHÁVEZ.

Por: Américo Gollo Chávez.

Debo decir, señor presidente, que desde que supe de usted estuve convencido de que no serviría para esto de gobernar, no me preocupó el golpe, sino usted, que no sabría que hacer con el poder, a pesar de estar legitimado su golpe de estado contra un gobierno descalificado en el plano moral, por la grotesca corrupción, en el orden económico, por sus torpezas y una dosis inmensa de fundamentalismo, llamémoslo con algo de irresponsabilidad, de neoliberalismo; el deber ser de la política sustituido por la Realpolitik, que sin complicaciones aproximamos así, la práctica política mediante la cual lo inmediato del poder determina la conducta de sus lideres, el inverso es también verdadero, y subordina los intereses y estructura del Estado a los intereses de las hegemonías; lo intereses comunes de la sociedad, a los intereses de esos sectores y en el plano de la palabra, la demagogia alimenta sus discursos. Naturalmente, ello impone el clientelismo, la burocratización del Estado, y la complicidad de las instituciones que conforman el poder. La Realpolitik es inmoral, corruptiente y perversa. Pero, también en esos tiempos, había un inmenso movimiento para rescatar la decencia, superar el clientelismo, participar en las decisiones fundamentales del Estado; había un legítimo anhelo de justicia, de equidad, había, presidente, unas ganas inmensas de ser mas libre, un mundo de ganas de vivir mejor. Había ganas de ser oído, había ganas de escuchar la palabra que, por su razón y belleza, convence. Había ganas de que hubiese un mundo de valores para que el espíritu tuviese aliados para ser transitado. Vivía cada quien todas las frustraciones de promesas hechas y la desilusión de no verlas cumplidas. Así era, señor, así es ahora.

Así era y así es. Admitamos señor que por esas cosas del poder usted no ve, no escucha, no gusta, no huele, no palpa. O admitamos lo inverso que usted ha logrado que la gente no vea, no escuche, no guste, no huela, no palpe. Sea también posible que solo lo vea, escuche, obedezca, a usted. O supongamos que usted, por esas cosas propias del poder, está distante de la realidad y que sus mediadores padecen el mismo mal que usted padece. O pensemos que usted cree firmemente o bien que lo hace bien o bien lo hace bien para el bien de los demás, del pueblo, esa indefinible abstracción, ubicua según los intereses que manipulan su significación. Y sea necesario reconocerlo usted, en eso es francamente siniestro. Pero, presidente, mire lo que le pasó ese grupo que lo controlaba todo antes que usted. Eso que Kléber Ramírez Rojas llamó IV República. Por cierto, presidente, Kléber murió no solo muy dolido de usted, sino avergonzado, algunos de su familiares me han dicho que asqueado. Ese grupo que controló todo, no era tan grande, era un ensamble dos o tres comandantes en jefe controlaban casi todo, desde la elección de la reina en el barrio hasta la selección del presidente del TSJ. Hoy usted, por gracia de Dios, como dijeron alguna vez a Franco, lo tiene todo en sus manos, en su lengua, aquí no tanto por la gracia de Dios, sino su propia gracia, la suya, que ha hecho de la palabra un medio para cultivar el odio, la rabia de quien quizás por justicia tiene ira, y ha hecho de la limosna un modo de asumir la vagancia como forma de existir pagándoles su rabia. Notorios éxitos se ha abierto con ese proceder, con el soporte, de todos los aparato del poder , FAN, AN, TSJ, Ministerio Público, CNE; PDVSA, … y miles, miles de millones de dólares como jamás se vio en esta tierra; pero como jamás en esta tierra se vio ni en la IV República ni en otra era, ni siquiera en tiempos de la Independencia o las diversas guerras, que en justicia intestinas se pueden llamar sin pecados de subjetividad y jamás se vio tanta violencia, tanta inseguridad, tanta indefensión, tanta corrupción justificada por el bien del proceso, y, parte de su milagro, el único que ha hecho, sin que nadie pareciera darse cuenta de cuanto ocurre fuera, porque, presumo, no sabemos lo que dentro queda. He estudiado casi in extenso este problema en esta misma Web, pero, como me entero usted ha decidió leer a Marx, quizá encuentre en él muchas respuestas a este modo de existir en estas tierras nuestras. El sabio Giordani, su teórico de cabecera según dicen, le dirá con su saber postrado para mejor servirlo, se llama alineación. Su favorito Jaua no dudará en amplias explicaciones que sobre “la materia”, las que aprendió en la escuela de sociología y en la otra, en la universidad de la vida encapuchada, encapuchado él, quise decir, y siempre se encapucha la gente para expresar su ideario con las piedras. Admito, presidente, que hasta ahora, las cosas, esas nuestras le han salido bien. Bueno, no tan bien, empieza a hacer fisuras la nave en que navega.

Pero, presidente, las cosas allá afuera le han salido muy mal. Debe haberle dolido hasta en el vientre que tantos años vociferando contra el imperialismo yankee no haya merecido de ellos ni una sola respuesta. Se ríen de sus bravuconadas inútiles, estériles, que solo sirven para su autoengaño y para el macabro juego del “patriotismo” que, gracias al imperio, nos lo bebemos en coca colas, y en todas tanta cosas, como las medicinas, maquinarias, ropas, etc. y sobre todo, usted, disfruta con los dólares que de allá vienen según entregue a ellos el petróleo. Para lo que sea. Combustible para alimentar la guerra en donde “necesiten” o el espionaje sobre Cuba, como quien dice, para que mas le duela. Y créame, presidente, en el Pentágono lo consideran a usted como su mas firme aliado, en lo inmediato, el petróleo, y a corto, mediano y largo plazo, porque todo cuanto usted haga, tal como lo hace tan perfecto, le servirá de ejemplo para explicar al mundo lo que no se debe hacer y que usted tan perfectamente muy mal, hace. Y no exagero, hay que ser genio para hacer las cosas que usted deshace. Es como si planificara el caos, programara la tragedia y del diario acontecer hiciera una mala comedia. Ese imperio, presidente, sabe bien que es usted el sepultura del socialismo, en tanto que en medio de incompletitudes fue una creación mas humana tras la libertad de los últimos tiempos, quizá de todos los tiempos. En cambio, para solo acuciar la memoria, el imperio asesinó a Allende, porque ese modo de hacer socialismo, ese sí era francamente peligroso, soportarlo era el mas alto riesgo del imperio. La libertad de ese socialismo o de cualquiera que socialismo sea, es garantizar disfrutar la libertad, por tanto, el ser individuo no está en contradicciones con el ser social en su totalidad. Para ese imperialismo es una delicadez ese Giordani para quien el socialismo se hace de la miseria, por miserables. Hasta las guerras, presidente, recurren a la muerte buscando la libertad par vivir la vida, si no del todo bien, sencillamente mas libre. Libre.

Con Colombia nadie mejor que usted para garantizarle larga vida a Uribe, y el uribismo tiene en usted el mejor aliado, pues no es verdad, y Colombia lo sabe, que sean meros lacayos del imperio, ni fascistas, y algún otro adjetivo de su muy pequeño diccionario de epítetos inútiles. De rodillas está nuestra frontera esperando comida de Colombia, y usted tendrá que aceptar que nos suministren gas, electricidad y otros, eso mismo que alguna vez llevábamos a ellos desde Venezuela. Usted es el jefe de campaña del heredero de Uribe, Santos, que al parecer no es tan santo. Su ALBA anochece y usted en su pesadilla de delirios repleta no quiere ver. Culpa al Niño de la sequía, a la sequía la falta de electricidad, y en cada venezolano que a usted critique ve a un monstruo de esos que fabrica, tal vez por insania psíquica para su autoengaño o si no para aumentar el engaño ajeno. Pero, presidente, donde a usted ha realizado un viaje sin regreso es su recorrido de malo, a peor, y a pésimo, es en la acusación del juez Eloy Velasco, de la Audiencia Nacional Española. Permítame presidente un punto y aparte en este tema.

Usted ha dicho que Venezuela, es decir usted, no da explicaciones a nadie, y menos etc. y, ha regañado a Zapatero y ha maldecido al poder judicial español, ha recordado a la mala España de la conquista, la colonia, la del imperio, pues. Eh! Diría usted. Y no contento con esta aberración, ha completado su reflexión con la manipulación de que el nuevo imperio, el peor del mudo y el mas poderoso de todos los tiempos (lo ayudo presidente) es la mano peluda que está detrás y que escribe con las manos del juez Velasco. Es Velasco un médium, dirá usted con la sabiduría de los santeros. Pero no presidente. Esta vez está usted en peor situación que la vivida por la Iglesia cuando Galileo la verdad dijo y puso a la tierra, casi en su santo lugar, y que antecesores suyos muertos unos, perseguidos otros, pre-dijeron. La tierra ya es una y a pesar de que hay muy muchos distintos en ella y sobre ella, se tiende a asumirnos como habitantes de este planeta y que hay que llegar a acuerdos trascendentes, supranacionales para preservarla, para vivir en ella. Y en una de esas necesidades que reclaman respuesta universal, la justicia está en primera fila. Pues si, gústele o no, es así. Al hijo del imperio, hijo amado, Pinochet el juez Baltasar Garzón, español también condenó y la humanidad habló de la justicia, de la ética en él, a través de él. Usted sabe lo que vino luego.

No, presidente, el juez Velasco no es un hijo ni lacayo del imperio. Debieron sus asesores echarle otro cuento. Para un juez hay algo más trascendente que cualquier imperio, la justicia y algo mas, el deseo de ser reconocido por ser juez, ni Garzón ni Velasco se perpetuarán en la historia porque recibieron dólares de nadie, ni misiones del imperio, sino porque empeñaron su honor, su capacidad, su dignidad tras la justicia. Si usted quiere, presidente, especule sobre el deseo de fama que pudiera animarlos. Tal vez pudiera ser ese un buen motivo para sus decisiones. Pero saben que su fama depende de la rectitud de su sentencia. Y la rectitud de esa sentencia pasa por la inevitable valoración de los hechos. Y en esa idoneidad del Juez, está en juego su autoridad, su historia ética o su muerte si complaciente, o servil se hace. Dicen que uno siempre va por delante cuando habla y que así hable de otro habla de uno, pues bien, en usted es verdad que verdad es, que los jueces son los voceros de su boca, los modeladores de sus deseos y eso le permite auto engañarse cuando juzga a otros ajenos a usted, incontrolables por usted. Esta es también una enfermedad grave, creer que la realidad es la que ven sus ojos y sus ojos ven lo que usted les inventa. No me alegro, presiden, de su acorralamiento. Digo mejor me entristece. Tal vez nadie mejor que yo lo comprenda porque suelo celebrar mis derrotas, hijas de mi imbecilidad, con la esperanza, según mi soberbia, de hacerme merecedor, cuando menos, de la caridad del vencedor. Digamos, presidente, que cada quien tiene un algo de Bonaparte. Se entregó a los ingleses confiado más en su egoísmo, sentirse superior, y que el honor inglés reconocería sus glorias, sus méritos, su honor, pero lo avenaron a Santa Elena. Hogar de la soberbia. No lo olvide, presidente, la justicia llega.

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