Talibanes Unios....

domingo, 31 de octubre de 2010

DESAFIO VITAL DEFINITIVO

Por: Darío Botero Pérez
CONTENIDO

Incapacidades de caducos. 1
Dimensiones del desafío. 2
Redención global 2
Caminos al abismo. 3
¿Redentor traidor o sólo títere letal?. 4
La sagrada propiedad privada. 5
Recuperación del humano maestro. 6
Decisión personal de todos. 7

Si decides ser parte de la multitud conciente resuelta a transformar el mundo, nadie osará volverte a tratar como masa informe carente de derechos. Habrás reivindicado tu soberanía y confirmado tu igualdad esencial de la única manera legítima, como un ser libre y pensante.

1Incapacidades de caducos

La solución de los inmensos problemas que afronta la humanidad –la gran mayoría causados por ella misma- exige tomar decisiones inmediatas, eficaces, extremas y definitivas.

Desde luego, los potentados jamás las tomarán, pero tampoco negarán que son incapaces de tomarlas. Mientras nos dejemos, seguirán engañándonos.

La gente pensante lo confirmó en diciembre de 2009, durante la Conferencia sobre Cambio Climático realizada en Copenhague.

Fuera de los aportes de los grandes contaminadores para comprar las conciencias de los vendepatrias, implícitamente autorizó y ha acelerado la catástrofe ambiental.

Sin duda, en Cancún ratificarán su absoluta incapacidad para adoptar las medidas necesarias, pues implementarlas afectaría profundamente a los potentados.

Y, en las sociedades clasistas, sus intereses son considerados prioritarios y de mayor jerarquía que los de cualquier expresión de vida ajena, y muy superiores a los de la Madre Tierra; por sus representantes institucionales, en todos los niveles de autoridad y toma de decisiones, desde el más local y humilde, hasta los más encopetados y cosmopolitas.

2Dimensiones del desafío
Sin embargo, el aplazamiento de las decisiones significa el aumento de las agresiones a la naturaleza y a las mayorías humanas.

La gravedad de los daños conlleva que mitigarlos sea cada vez más difícil. Una medida elemental y urgente es detener las acciones que los causan, pero los intereses creados de quienes promueven esas acciones, lo impiden.

El círculo vicioso es infernal. Pero ningún poder establecido está resuelto a romperlo, con la probable excepción del gobierno boliviano guiado por patrones de relación con la naturaleza, milenarios y respetuosos; totalmente ajenos a la depredación frenética que inspira al capitalismo y a todas las sociedades consumistas y explotadoras.

Podrían servirnos como guías a quienes consideramos que no somos los dueños del mundo sino simples expresiones de la vida, bastante nocivos cuando nos lo proponemos.

Tal vez también somos los únicos capaces de defenderla, para conservarla y utilizarla con inteligencia y respeto, en beneficio de todos.

3Redención global
La ventaja de sociedades tan clasistas es que los intereses de las mayorías están claramente diferenciados de los de los potentados y sus sirvientes.

Para salvarnos, no tenemos más remedio que arrasar los intereses creados de los depredadores, enemigos de la vida y de la naturaleza.

La consecuencia será que prevalecerán los intereses de las mayorías, de modo que el planeta tendrá esperanzas de recuperarse.

El talento humano no se desperdiciará, ni se dedicará a buscar maximizar el enriquecimiento de los potentados sino a reparar los daños que su loca codicia ha causado. Y que su estupidez e insensibilidad insisten en agravar.

Es nuestra obligación, y cada vez tenemos menos tiempo para cumplirla. En caso de no reaccionar oportunamente, terminaremos sumidos en el Infierno que auguran tantas profecías.

De todos y cada uno depende actuar como una persona digna, hecha a imagen y semejanza de Dios; o seguir engañado por los criminales que gobiernan a la humanidad y destruyen el mundo.

El único poder auténtico reside en el pueblo. Por eso lo mantienen tan embrutecido, fanatizado, distraído y enfrentado.

Así impiden que las mayorías tomen conciencia de la detestable condición en que sobreviven y, sobre todo, de la capacidad inagotable e invencible que tienen para apropiarse de su destino.

Ningún representante, ni partido político, ni caudillo militar o religioso, por tenebrosa que sea la institución que lo apoye, tiene el poder para enfrentar al ciudadano que asume su soberanía.

El ejercicio de la democracia directa implica que cada uno piensa, reflexiona, opina, participa, decide, y se esmera para que no lo engañen ni lo utilicen.

Los problemas se podrán resolver si decidimos vencer el miedo y expresarnos con dignidad, como personas libres, iguales y pensantes, en vez de actuar como los borregos en que los potentados han convertido a las mayorías despojadas de sus fueros.

El tiempo apremia. Cada vez los daños son mayores, de modo que es más urgente e indispensable que los dignos desplacen del ejercicio del poder a los canallas inescrupulosos que se lo han apropiado. Así se abrirá la oportunidad de tomar medidas correctivas a los múltiples problemas, para evitar el desastre universal.

4Caminos al abismo
No podemos esperar a que el desastre se vuelva irreparable, como sucede con quienes mueren de hambre, miseria y abandono; o por guerras despreciables que no tienen justificación en la Nueva Era, pero que fueron normales en la Historia, ahora agónica. La muerte les niega cualquier esperanza.

Pero, si “matamos” a la Madre Tierra, si seguimos destruyendo la biosfera, la muerte será colectiva. Entonces, la humanidad perderá toda esperanza, por cobarde e indolente.

Eso nos va a pasar si no reaccionamos porque seguimos creyendo que la “democracia representativa” nos va a salvar.

O, en su defecto, algún caudillo milagroso, hábil para todo y superior a todos los demás. Elegido por el destino y no por sus contemporáneos quienes, simplemente, lo ratifican como “redentor”.

Lo que nos espera es la agudización de la opresión y de la tragedia mundial, si seguimos pensando que los potentados, que se turnan el ejercicio del poder para “democratizar” el saqueo del Estado, nos van a redimir.

Su único propósito es empeorarlo todo lo más rápido posible, buscando enriquecerse más, antes de que reaccionemos y lo impidamos.

La victoria electoral de los fascistas italianos, que fortalece el gobierno del mafioso delincuente impune, Silvio Berlusconi, es un llamado de atención para quienes se niegan a extinguirse a causa de los manejos criminales de los potentados, desesperados por conservar el poder e impedir los castigos que se merecen.

No tenemos derecho a morir pensando que, como Cristo, vamos a resucitar. Nuestra obligación es remover todo lo que nos está conduciendo a la muerte colectiva, defendiendo la vida con coraje y decisión; impidiendo que quienes la están destruyendo lo sigan haciendo.

Por tanto, tenemos que arrebatarles el poder y castigarlos con tanto rigor como el que los potentados estafados, heridos en su amor propio, le aplicaron a Bernard Madoff. Lo condenaron a 150 años de prisión por haberlos engañado. ¿Cuánto deberán pagar por destruir la biosfera los genocidas que lo condenaron?

No habrá otra oportunidad para la vida humana si nos descuidamos porque elegimos a Obama como estandarte de cambio. Nos convenció su dulce discurso de posesión, tan promesero y decidido a combatir el deterioro del medio ambiente tanto como a romper los compromisos con los halcones resueltos a acabar el mundo, según nos hizo creer.

5¿Redentor traidor o sólo títere letal?
Ni los más destacados representantes de los intereses de los potentados petroleros se atrevieron a autorizar el crimen ecológico que significa la exploración en busca del combustible fósil en la Costa Este de USA y en Alaska.

Pero “nuestra” esperanza mestiza autorizó la suicida agresión a Pacha Mama, tras sesudas consideraciones, mientras acariciaba su medalla del Nobel de Paz, y después de visitar de sorpresa a Afganistán, emulando a Bush cuando fue a Irak para celebrar el “Día de Acción de Gracias”.

Ambos viajaron intempestivamente para ratificar su “titerazgo” personal; pero, sobre todo, con el loable propósito de elevarles la moral a los jóvenes que decidieron convertir en asesinos de extranjeros inermes.

El sacrificio de estos jóvenes suele calificarse de heroico. Se propone que los halcones despojen de sus riquezas y su independencia a los pueblos invadidos a cambio de las vidas de algunos muchachos usanos, como se lo dijo la inolvidable Cindy Seehan al criminal Bush Jr.

Volviendo a quien autorizó la insólita agresión de los petroleros al medio ambiente, increíblemente, se trata del padre de dos bellas niñas que merecen el futuro amable que les prometió en su discurso de posesión presidencial, en enero de 2009. Pero “es mejor pájaro en mano que cien volando”, parece ser su guía actual.

Después de más de un año disfrutando las mieles del poder, como que llegó a la conclusión de que les conviene más, y es más realista, garantizarles el extraordinario presente que les tocó.

Prefiere prolongárselos hasta donde se lo permitan sus amos halcones, en vez de interesarlas en un futuro cada vez más incierto, al menos para esos halcones y sus séquitos, de los cuales pueden llegar a ser parte si su padre se maneja bien.

Posiblemente es el precio que le exigieron para reducir la campaña de descrédito, adelantada y sostenida a raíz de la tímida y mezquina reforma sanitaria.

6La sagrada propiedad privada
En 2008, con Bush, “Unos 20 billones de dólares han sido usados y prometidos para aquellos que han sido los mayores causantes de la crisis actual” (Sylvia Borren, revista Visión, agosto de 2009, p. 62).

No obstante, los halcones se han opuesto vehementemente a garantizarles cobertura en salud a los “ciudadanos”, durante diez años y por menos de un billón de dólares; o sea, por menos de una vigésima parte de lo que se apropiaron en pocos días los banqueros ladrones.

En su capitalismo extremo, los potentados consideran socialismo la atención pública de la salud, y no están dispuestos a permitirla de ninguna manera; ni el simplón pueblo usano cree merecerla.

Apenas admitieron, a regañadientes, subsidiar las primas a las aseguradoras privadas para garantizar la atención a quienes no disponían de seguro médico.

Mientras tanto, siguen apropiándose de la riqueza común y del erario, que, en la meca del capitalismo, deben ser para los capitalistas parasitarios, en particular los rentistas del sector financiero.

Clara y rotundamente, eso de propiedad privada para todos y cada uno, no es más que un embeleco para atrapar tontos y convertirlos en héroes muertos en Asia por defender los intereses de los potentados, únicos con derecho a la propiedad en una sociedad capitalista.

Todos los casos históricos lo confirman, en particular el esplendoroso Imperio forjado a la luz de esas ideas y su más radical defensor y propagador.

Ese que nos ha impuesto el depredador y saqueador neoliberalismo para capear los estertores de su agonía y arrasar con lo poco que 200 años del absurdo atropello no han logrado destruir todavía.

Por eso, los potentados, sus legítimos y únicos dueños y beneficiarios, tampoco dejan de despojar de sus casas a los “perdedores” abandonados por “su” gobierno.

Ya se resarcieron con el saqueo de los fondos públicos que deberían haber servido para amortizar las hipotecas de sus más inocentes e inermes víctimas, ahora desempleados y sin capacidad de compra ni de pago.

Pero a los halcones no les basta haber socializado sus pérdidas, para aumentar sus ganancias quieren seguir arruinando a los demás.

En consecuencia, no tienen inconveniente en despojar de sus hogares a quienes creían haber realizado el gran sueño ofrecido por “el país de las oportunidades”. De una vez los expropian, sin importar cuanto hayan luchado por hacerse a una casa.

Quizás sólo les dejen los electrodomésticos y el vehículo a gasolina. Pero, en cualquier caso, sus ahorros pensionales también se los han saqueado. Todo ello en nombre de la libertad y el derecho a la propiedad.

6Recuperación del humano maestro
Si no reaccionamos, sufriremos las consecuencias de decisiones claramente nocivas para la Tierra y sus contenidos vivos (que nos incluyen).

Esas decisiones responden a la defensa de los intereses privados de los grandes plutócratas, empeñados en terminar su obra de destrucción, en todos los frentes naturales, económicos y sociales, ojalá con guerra mundial incluida.

En consecuencia, nos perjudican a todos, incluidos ellos mismos. Pero no les importa. Al fin y al cabo, para épocas de crisis Keynes formuló su genial y filosófica sentencia: “A largo plazo, todos estaremos muertos”.

Obama parece haberla asimilado muy bien, lo que explica su apoyo a la depredación petrolera, tan inesperado. Es un indicio serio de que dejará de cumplir todas sus promesas mientras se somete a la voluntad de los halcones, sin condiciones.

Para los potentados, lo importante es que el tiempo de vida que Dios les dé lo puedan disfrutar cabalgando sobre los demás.

Aunque, en teoría, los humanos seríamos iguales, los papeles de jinetes y burros son evidentes y constantes en todas las sociedades jerárquicas, confirmando que la igualdad es pura fábula.

Y lo seguirá siendo mientras las mayorías no resuelvan conquistarla, volviendo realidad el mensaje de Jesús, tan civilizador y actual. Pero tan tergiversado por quienes lo han convertido en cómplice de sus crímenes, y no han dejado de auto proclamarse como sus legítimos representantes.

Intentan que olvidemos que él nos llama a todos sus hermanos, hijos del mismo padre. Es lo que la Iglesia ha venido haciendo en sus prácticas, desde siempre: presentarse como representante de quien nos liberó; como intermediarios imprescindibles, capaces de quemarnos en la hoguera si no les creemos.

Los “caifases” que Cristo combatió y lo crucificaron, aliados con los mercaderes del templo (los potentados sionistas de entonces), se convirtieron en los traficantes de sus doctrinas y explotadores del prójimo, al menos desde que Constantino resolvió declarar el cristianismo como la religión oficial del imperio romano.

Sólo quienes han tenido que actuar como burros podrían descabalgar a quienes los han montado y los siguen montado, a veces sin domesticarlos, lo cual es un motivo de malos entendidos.

Pero, para derribarlos, los que han hecho de cabalgaduras deben considerarse dignos e iguales, superando sus complejos de inferioridad y exigiendo el reconocimiento de sus derechos.

Deben actuar como si fuesen dignos de ser jinetes, pero negándose a serlo porque detestan cabalgar sobre el prójimo, sobre todo si deben convertirlo en burro y tratarlo como a tal.

Es que su guía será el amor y no la grandeza de los halcones, tan artificial. El respeto a la igualdad lo demostrará.

Por eso, en las relaciones humanas desaparecerán los jinetes y los burros; al menos si los numerosos burros impiden que los potentados que los han cabalgado se salgan con las suyas acabando con el mundo.

7Decisión personal de todos
¿Será más prudente callar? ¿Tú que harás? ¿Acaso no mencionarás el tema entre tus familiares, amigos y compañeros, porque no te importa?

Recuerda que tienes poder de decisión; pero ni más ni menos que otro habitante de la aldea global, a no ser que seas un politiquero clientelista, propenso a la corrupción, comprador de conciencias y suplantador del prójimo.

Tú veras si lo reclamas y lo usas, o se lo cedes a algún testaferro con ambiciones de dictador, ya sea lego, militar o clérigo. Tú decides si resuelves ejercer o ceder tu cuota de poder. También eres responsable de dejártela arrebatar, por negligente, indigente o indolente.

De todos modos, cualquiera que sea tu decisión, no puedes eludir tus responsabilidades ni las consecuencias por renunciar a tu ciudadanía activa.

La vida te dará lo que merezcas, ya sea que tu decisión (autónoma o delegada) coincida con la que tomen e impongan las mayorías, o que se les oponga.

En eso consiste que seas libre, soberano e igual a los demás; hecho a imagen y semejanza de Dios, según sostiene el cristianismo, mentor de la cultura occidental durante los últimos 2.000 años.

Deja que tu conciencia te guíe, pues eres único e irrepetible. Respétate, valórate. No dejes que nadie te engañe. Nadie puede responder por ti.

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