Talibanes Unios....

domingo, 31 de octubre de 2010

RETOS HUMANOS VITALES

Por: Darío Botero Pérez

CONTENIDO

Desafío definitivo 1
Modelo de redención 2

Desafío definitivo

La inmensa y definitiva crisis que vive la humanidad como expresión del fin del período evolutivo que denominamos Historia, está siendo refrendada, de forma contundente y evidente para todos, con el espantoso derrame de petróleo en el Golfo de México, auténtica bofetada a la vida y dolorosa burla a la humanidad.

Tal desastre demuestra palpablemente la ineptitud, la perversidad, la negligencia y el cinismo de los potentados criminales, promotores del neoliberalismo y el consumismo que arruinan a los pueblos mientras destruyen el planeta, con irresponsabilidad absoluta.

Tenemos que “desempoderarlos” urgentemente, recuperando el poder y la riqueza para la humanidad, sin discriminaciones ni egoísmos mezquinos. Cada minuto que pasa sin que hayamos recuperado el poder para los pueblos, es una afrenta para la vida y una reducción de sus posibilidades de conservación.

El futuro común no puede seguir en manos de quienes están íntimamente vinculados con el pasado, pues sus intereses creados les impiden tomar cualquier medida que los perjudique, aunque sea la que nos salvaría a todos. Es absurdo esperar, por ejemplo, que los combustibles fósiles sean prohibidos intempestivamente, como lo exige la conservación de la vida, exigiendo que todos los vehículos usen energías limpias.

Ningún poder establecido estaría dispuesto a adoptar esta saludable, indispensable y urgente medida, que la misma naturaleza nos está exigiendo, a la mayor brevedad, pues el desastre del golfo de México, causado por los potentados del petróleo, es un grito desesperado de Pacha Mama para proscribirlos, tanto como una demostración indiscutible de su caducidad e ineptitud.

En medio del terrible y creciente daño, sin haber sido capaces de repararlo o, quizás, haciendo todo lo posible por perpetuarlo y agravarlo, los enemigos de la especie insisten en continuar la explotación de la vital sangre de la tierra con el propósito de convertirla en venenos para el aire, los suelos y las aguas, capaces de extinguir las formas de vida más evolucionadas.

Sin embargo, el rechazo universal a los combustibles fósiles y a los biocombustibles constituye una oportunidad inusual para generar empleo de calidad en cantidades enormes, tanto como para detener el terrible daño ambiental, que la sola inercia se encarga de agravar, inclusive si se detienen de una vez las emisiones contaminantes.

Si se ignoran los intereses egoístas de los potentados, empeñados en maximizar su lucro personal con la explotación de tales combustibles, la mera reconversión energética requiere muchos más empleados que los que se hallan vacantes, y podría brindar excelentes oportunidades laborales y educativas a quienes dedican sus energías productivas a producir contaminantes, armas y basura.

Todo depende de que sea la humanidad, atendiendo sus más nobles ambiciones, la que tome las decisiones que, hasta ahora, han estado en manos de los peores, incondicionales y persistentes enemigos de la vida. Estos no son otros que los potentados de todos los pelambres, que existen en todas partes y agobian a todos los pueblos. Su fortaleza consiste en mantenernos divididos y enfrentados.
Modelo de redención

En la apropiación del presente que nos augure un futuro cierto y digno, es determinante la posición de Haití, primera víctima de la serie de catástrofes que están sacudiendo al mundo desde enero de 2010, luego del fracaso de la Cumbre sobre Cambio Climático efectuada en Copenhague en diciembre de 2009.

Mientras todos seguimos pendientes de su suerte, dispuestos a denunciar y combatir a los avivatos y delincuentes que pretendan aprovecharse de la situación para lucrarse, como los gobernantes corruptos o los vampiros imperialistas; a su pueblo se le presenta la oportunidad de organizarse de manera autónoma y original, en un claro, decidido y definitivo ejercicio de democracia directa que supere la tutela imperialista y se libere de los presuntos representantes o políticos profesionales, que infestan a todas las naciones, anclándonos a un pasado detestable.

La precaria institucionalidad del sufrido y gallardo pueblo, y la corrupción proverbial de sus gobernantes, simples lacayos de potentados inhumanos, constituyen motivos suficientes para exigir un cambio institucional radical, en el que quepan todos los ciudadanos, sin discriminaciones de ninguna naturaleza.

Semejante ejercicio de poder popular constituye la vía más idónea para controlar a los delincuentes que pululan en los estados clasistas y que en Haití presentan antecedentes tan siniestros como los Tom-ton Macoutes, difusores de terror apoyados por el régimen, pero que las mayorías podrán vencer, castigar y superar, acudiendo a la verdad, la equidad y la justicia.

Con las mismas armas superarán a los políticos, a los gobernantes, a los funcionarios abusivos y a los potentados.

En últimas, los privilegios inmerecidos de éstos son la razón de todas las injusticias y todos los males que aquejan a la vida y el planeta. Son las lacras que han imperado en la Historia y que no tienen cabida en la Nueva Era. Y es Haití el pueblo que parece destinado a decretar su sepultura, ante su absoluta caducidad.

En eso consiste la afirmación de que Haití ha recuperado su condición de faro de la especie. Su deplorable situación le permite reinventarse sin modelos preconcebidos. Más bien, tiene la oportunidad de generar las nuevas formas de ejercicio de poder que le reconocen a cada uno su soberanía y desechan definitivamente las representaciones tanto como a los avispados representantes.

Este pueblo, contando con el apoyo de todos los humanos de buena voluntad, tiene la ocasión única de establecer un desarrollo económico y social respetuoso de la naturaleza, de la vida y de la dignidad de todas las personas, sin ninguna discriminación y sin privilegios inmerecidos.

De hecho, es una victoria de la humanidad decente que el nombre del criminal tarado e impune todavía, George W. Bush, haya sido retirado del fondo que creó Obama para facilitarles a sus amos Clinton y Bush, claramente representativos de los halcones y los potentados, la apropiación de los aportes que la humanidad solidaria ha destinado a la reconstrucción del adolorido y golpeado pueblo.

Sin embargo, tal presunta victoria no alcanza para negar la naturaleza imperialista del halcón Clinton, tan simpático y “demócrata”, tan buen saxofonista, pero tan enemigo de los pueblos y mimado de los potentados. Es el demagogo vivo más destacado en un momento en que los caudillos son cosas del pasado, aberraciones de la Historia, pues llegó el momento de las mayorías, de la democracia verdadera, de la dignidad y la vida, si somos capaces de desencartarnos de las lacras.

Ese pueblo noble, libertario e igualitario tiene la oportunidad de enarbolar de nuevo las banderas de la dignidad esencial de la vida y del valor supremo de la libertad, la igualdad y la solidaridad.

Está en condiciones, casi obligado, a instaurar un gobierno ejercido por todos, que elimine las diferencias sociales y las instituciones que las perpetúan; y que les brinde a todos los habitantes los medios para desarrollar plenamente su potencial biológico, tanto físico como intelectual, sin discriminaciones, abusos ni mezquindades, respetando la dignidad intrínseca a cada uno y que todas las sociedades jerárquicas nos niegan desde la cuna.

Haití es el laboratorio que nos ha ofrecido la providencia para diseñar, probar e instaurar las instituciones democráticas que pongan la sociedad al servicio de los ciudadanos, independientemente de su origen. Y a todos, a defender la vida y el planeta, tan despreciados por los potentados y sus lacayos.

Una tarea político-social inmediata es derrotar al corrupto títere René Preval y sus secuaces, antes de que nos roben la esperanza de superar la terrible realidad del poder ejercido por los potentados. El ejercicio directo del poder por todo el pueblo sería el aporte fundamental del nuevo Haití para la humanidad, y condición esencial para aspirar a un futuro viable y digno.

En lo económico, una medida fundamental que debe tomar la sociedad haitiana para conquistar el bienestar y superar el neoliberalismo, sería la nacionalización de las actividades financieras, centralizando y monopolizando la emisión de dinero y la concesión de crédito, reivindicándolas como servicios públicos esenciales, ajenos a la usura y demás maromas especulativas de los estafadores privados, acostumbrados a apropiarse la parte del león de la riqueza social sin aportar absolutamente nada a su creación.

Con una medida tan sencilla, el dinamismo de la producción y del comercio queda asegurado, en condiciones bastante favorables para todos los ciudadanos menos para los parásitos que han causado la actual crisis definitiva del capitalismo y el consumismo.

Sería el principio deliberado del fin de los potentados. Mientras tanto, en su desespero e ineptitud, éstos se empeñan en diluir su fracaso y ocultar su absoluta incapacidad causando daños irreparables y crecientes al ambiente, y “ambientando” una guerra mundial que frustre las aspiraciones legítimas de la humanidad y de la vida para disfrutar de un futuro luminoso y gratificante para todos, respetuoso de la naturaleza, que se niegue a destruirle hasta sus entrañas para que algunos inescrupulosos puedan aumentar sus fortunas personales y morir llenos de dinero.

Haití es la humanidad vilipendiada. Nos compromete a todos. Su fracaso sería la notificación del fin para todos. De ahí la importancia de exigir que lo respeten y lo dejen ser. Su triunfo nos compete a todos, nos enseñará a ser, nos permitirá sobrevivir.

Constituye la academia de la dignidad humana, que a todos nos compromete, si nos consideramos humanos y no meros gusanos ambiciosos y desalmados. La indiferencia no anula la responsabilidad, ni la fe en caudillos la remplaza.

No hay comentarios: