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martes, 4 de enero de 2011

Profesionales para el Mercado Vs. Profesionales para la Suprema Felicidad Social:

Por: Oliver Rivas
Hemos oído en los últimos días los argumentos de quienes adversan la recién aprobada Ley de Educación Universitaria que –como decimos distintos sectores- no es capricho de la Asamblea Nacional, sino resultado de históricas luchas por transformar el sistema social y educativo imperante. Hay argumentos superficiales y formalistas, como: “No hubo diálogo”, “la ley otorga demasiadas competencias al ejecutivo”, etc. Creo que en dos semanas esos argumentos caerán por su propio peso, dado que no tienen fundamento. En todos los países, en el marco de la democracia burguesa que la oposición defiende, es la Asamblea Nacional Legislativa o Congreso, la que aprueba las leyes, gústele a quien le guste. Los y las socialistas no defendemos ese orden, creemos en un Estado dirigido desde abajo por los trabajadores y las trabajadoras, y en el caso concreto, en un Pueblo Legislador, pero ya que transitoriamente, ese antiguo Estado sigue existiendo, lo lógico es utilizarlo para abrirle paso a las transformaciones.

Entonces, si lo estamos haciendo a través del Estado y las normas que ellos defienden, ¿Cuál es su problema? Y, por otra parte, si fuera verdad que la ley otorga demasiadas competencias al Ejecutivo –cosa que no creo- ¿Tendrían la misma protesta si fueran ellos (la reacción fascista), quienes gobernaran? No lo creo. Una muestra fue su determinación del 12 de abril de 2002 de abolir los poderes públicos: El ejecutivo, la Asamblea Nacional, el TSJ, el Poder Electoral y el Poder Moral, como se dice en criollo: “No mascaron, ni vieron pa’ los lados”.

Todo esto deja claro que el debate central no es de la forma, sino del contenido de la ley. Es decir, en qué medida la ley beneficia a un sector de la sociedad o a otro, en qué medida beneficia a quiénes defienden el orden capitalista y en qué medida beneficia el desarrollo de un orden justo como transito a una sociedad sin clases sociales.

Sobre todo, se ataca las disposiciones de la ley que se refieren a la construcción de un modelo productivo socialista, tengo un mensaje para nuestros profesionales, profesores, profesoras y estudiantes: La única forma de ejercer libre y felizmente la profesión es bajo las condiciones de una sociedad socialista, parafraseando a Martí, quien la busque en otro lado, no la hallará.

Pongamos el caso que nos toca vivir en la actualidad, a los profesionales verdaderamente honrados. Las carreras no las escogimos nosotros y nosotras, siempre las decidió el Estado y no a través del diálogo, sino a través de allanamientos con 3000 efectivos policiales y militares como hizo Caldera en la UCV (los estudiantes se pusieron muy creativos, discutieron pensa de estudios y ¡plas! …los masacraron).

A duras penas podemos estudiar, luego de una competencia atroz (diez mil, dieciséis mil, veinte mil que presentan Pruebas Internas de Admisión en cada escuela o, trabajan en el día para estudiar en la noche), con mucho esfuerzo y bajo un estructura académica y curricular que muchas veces no enseña lo que realmente requerimos en la práctica profesional, que nos exige a veces de una manera inhumana y pedagógicamente autoritaria, que nos adoctrina y nos exige repetir para aprobar, aprobar para graduarnos, graduarnos para poder trabajar, trabajar para poder vivir.

¿Y después que? Después buscar empleo, insertarnos en el “mercado de trabajo”, que es una bonita formar de decir, que nos toca resolver solos y compitiendo con un gentío que anda en las mismas, para trabajos que no nos requieren a todos y a todas, pero que les conviene que seamos miles para poder negociar y abaratar los sueldos. O como dicen técnicamente: “disminuir los costos de producción”, los “variables” que somos nosotros, los pendejos que aceptamos que los dueños de las empresas ahorren, bajando nuestros sueldos.
Pero nos toca sobrevivir y la mano invisible del mercado solo nos muestra un dedo: el del medio. ¿Que nos queda? Nos queda trabajar de la manera que sea, para quien sea, sea la institución pública o privada, sea mi jefe chavista o escuálido, de órdenes buenas o malas, esté enriqueciendo a un holgazán que vive en Miami o no. Si en una ciudad como ésta, necesito vehículo propio porque el transporte público es aún deficiente, me toca comprar vehículo, la vivienda no es un derecho, sino un privilegio y para garantizarla debemos ganar dinero a toda costa. Atrás quedaron los sueños juveniles de ejercer profesionalmente con sentido de Patria y sensibilidad social. En una sociedad de “mercado”, para sobrevivir, hay que ser pesetero, venderse al mejor postor, estafar gente y si no, porque somos medianamente honrados, cobrar caro, bien caro, para que nos valoren el estudio y tengamos la bendita casa.

Ayer entendí algo clarito, en una circunstancia muy cotidiana: lo que permite elevarnos en el plano moral y humano, es el trabajo comprometido, dedicado, la vocación de servicio, voluntario en su real sentido (no como caridad). Comenzaría por hablar de los médicos de “Barrio Adentro”, los médicos cubanos no solo porque fueron formados bajo un sistema que forma una conciencia distinta, sino que viven en unas condiciones materiales y bajo unas relaciones sociales de producción que les permite dedicarse a ejercer su profesión con y por, amor. Los médicos en Cuba, tienen lo elemental garantizado, vivienda, educación, salud, recreación, a pesar de las carencias, porque lo producido no enriquece a unos pocos, nadie se apropia del trabajo de otro, sino que se distribuye de acuerdo a las necesidades sociales, por tanto, todos tienen lo necesario para vivir. Ese médico puede irse a otro país y entregarse por completo, seguro de que su familia tiene lo fundamental para vivir. Por el contrario, nuestros médicos, que me niego a creer que son egoístas o malos por naturaleza, fueron formados con una conciencia que les permite sobrevivir en un sistema que cultiva el egoísmo y la competencia, obligando a cada quien a salvarse como pueda. De ahí, que nuestros médicos no puedan simplemente dedicarse a vivir románticamente, mientras tienen que conseguir dinero líquido para pagar alquiler, ahorrar para comprar vivienda, pagar la escuela de los hijos, hacer mercado, etc.

Estamos compañeros y compañeras, esclavizados a la economía de mercado, aunque quisiéramos solo dedicarnos a ayudar al prójimo, no podríamos en estas condiciones materiales de existencia y bajo estas relaciones sociales de producción, dado que en el capitalismo alguien sí se apropia de nuestro trabajo y esa “mano invisible” que distribuye los excedentes, a la hora de darle a los trabajadores y las trabajadoras, se encoge. ¿Qué queda para nuestros médicos? Cobrar altos honorarios, vender su firma y su sello en una funeraria para hacer un informe médico por el cual cobra 500 bolívares fuertes, dado que los médicos de “Barrio Adentro”, esos cubanos que son “una amenaza”, no pueden hacerlo porque no tienen autorización.

Pero, como seguro nos bloqueamos ante el ejemplo de los cubanos, voy con otro de venezolanos: Los Bomberos Universitarios de la UCV. Estos muchachos trabajan incansablemente todos los días, incluso el primero de enero (lo comprobé ayer).No les pagan por ello. Lo hacen de corazón en su tiempo libre, ya que en el resto de la semana deben trabajar para sobrevivir. Realizan su trabajo voluntario con mística, por amor y sensibilidad. Imagínense un sistema que pudiera garantizar mediante una planificación de lo producido en función de las necesidades, una distribución justa de los excdentes y garantizar lo básico para vivir (¡…y más!). ¿Qué tipo de profesionales fuéramos? ¿Quién se atrevería a dejar a alguien sin atención en una clínica porque no tiene como pagar? ¿Quién se atrevería quitarle dinero a otro por firmar un documento? ¿A qué nos dedicaríamos? ¿Cómo crearían los artistas? ¿Cuál sería el concepto de ética profesional?

Dejo hasta aquí estas reflexiones, pero creo que nos toca develar el contenido que está tras el cliché. La televisión nos indispuso ante el término “socialismo” sin que supiéramos qué era. Las películas Rocky IV, Toy Story II, Ironman, Rambo y todo el cachivachero cultural de los 80’,90’ y 2000, con el que nos formamos, está hecho desde la Guerra Fría para el anti-comunismo, es la propaganda de los ricos del mundo contra los pobres y las pobres del mundo que quieren dejar de serlo. Nos toca hacer un esfuerzo psicológico para abrirnos al debate y ver los hilos de este entramado que es el sistema capitalista.

Por supuesto que apoyo una Ley de Educación Universitaria que nos forme para construir un sistema productivo socialista. Yo también quiero ser “Supremamente Feliz”, ese es el meollo del asunto o como dirían los hermanos cubanos: “el pollo del arroz con pollo”.


0416-327.95.55
oliverivas@gmail.com

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